miércoles, diciembre 15, 2010

Ars filmanda


Llevo cuatro años escuchando comentarios a modo queja contra los estudiantes de Comunicación. En 2º estuve a punto de hacer un manifiesto, subirme a una mesa e intentar que todas esas personas "anti-comunicación" se sonrojaran de vergüenza. Nunca lo hice, ahora voy por la vía pacífica.

También es cierto que es otro el campo que ahora me toca defender o criticar: El cine. No hay nadie en el mundo a quien no le guste el cine, simplemente porque a todos nos gusta la vida, las historias. Sé que habrá un par de pesimistas que lean esto y piensen dejar de ir al cine como manifestación contra este "asco de vida" o cosas por el estilo, pero todo necesita un tiempo para encontrarle la chispa... Vuelvo al cine (no quiero discutir sobre el sentido de la vida, la muerte, las coca-colas o lo que sea). El cine nos da vida, nos cuenta historias, nos hace sentir, nos hace pensar, nos hace querer. A veces nos hunde en la butaca o nos hace saltar sobre la mesa (en ocasiones roncar en el sofá, pero incluso así uno disfruta). A mí me encantan las historias. Cuando era pequeña devoraba libros, me sabía todas las películas de mi casa de memoria y en el colegio contaba mis "batallitas". Reconozco ser de esos que "vuelven del estanco y lo cuentan como si volvieran de Vietnam". Y me gusta. Pero también me gustan quienes "vuelven de Vietnam y lo cuentan como si vinieran del estanco". Y por eso me gustan las historias. Alguien vuelve de algún lugar y te lo cuenta.

Claro que hay películas malas, películas que te hacen enfurecer, otras que te aburren... ¿Y cuántas hay que te hacen querer aprovechar todo al máximo? ¿Cuántas te hacen querer luchar, querer vivir, querer cambiar?

Yo bebo imágenes. Cada mañana, junto al café, tomo mi dosis de imágenes. Las necesito. Desde el monte del Perdón por la ventana hasta pequeños detalles en el mantel, o incluso en el bizcocho. Imágenes por todas partes. Miro, miro, miro. Y bebo. Y me encanta descubrir esas imágenes que yo he archivado en mi USB libre de virus mental en la pantalla.

Me gusta conocer a gente nueva sin tener que sufrir un poco por el primer contacto. ¡He conocido a tantas personas valiosísimas en la pantalla! Personas complejas, personas sencillas, que me sorprenden o dejan indiferente. Pero personas de todas formas. Y algunas de ellas han llegado a ser casi como amigos, confidentes. Me fío más de ellos que de mí. Tengo la sensación de que les conozco mejor que a mí mismo.

Me gusta estudiar, sí, me gusta. Y he aprendido cosas sentada en el sofá. ¡El cine y la televisión sí enseñan, lo prometo! Uno puede inquietarse por mil y un temas sobre los que nunca tendrá tiempo de investigar más a fondo. Pero dos horas de emociones relacionadas con un tema quedan más grabados en la mente que muchas horas de biblioteca (no quiero decir que no haya que pasar horas en la biblioteca).

Ver películas no es perder el tiempo. Ver películas es disfrutar, sufrir, llorar, reír. Creo que nunca me he dormido viendo una película. Si tengo la oportunidad de entender y conocer mi mundo, ¿voy a perderla? Ver películas me acerca a América, me acerca a los historiadores, a los filósofos, a los científicos. Me acerca a mí misma y a ti. Ver películas enseña a ser humanos.

5 comentarios:

maria jesus dijo...

A mi tambien me gusta el cine, pero no todo.

Me gustan las historias, contadas con buena música de fondo, bien construídas e interpretadas.

Me molestan los efectos especiales, el sexo esplícito y las astracanadas.

Maria Crosas dijo...

Me gusta el cine, pero reconozco que no todo lo que proyectan es bueno y en alguna forma tampoco visible. Pero mentiría si no nos aporta algo. No hay que extenderse mucho más, tu ya lo has demostrado con tus palabras.. ¡ya te imaginaba encima de la silla con tu discursito! jaja

Lourdes E. Verano dijo...

Me encantó tu blog, María! Y esta entrada en concreto me fascino, totalmente de acuerdo: nada como las historias. Woho! Nos esperan unos años geniales!
Saludos ;)

Lourdes E. Verano dijo...

* fascinó, ups.

María Del Rincón Yohn dijo...

Lourdes! No había vuelto a leer esto desdeque lo escribí. Creo que ahora haría un discursito un poco más elevado. Porque se acerca el final del curso... pero nos esperan unos años geniales, seguro.

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