El chico, una historia tierna, divertida, triste, de crítica social, de drama personal, de parodia, de experimentación... El primer largometraje de Chaplin comienza con este intertítulo: "A picture with a smile -and perhaps a tear". Y es que Chaplin consigue captar la chispa más humana del vagabundo Charlot y el pequeño chico huérfano. Chaplin sigue un estilo sobrio con alguna licencia como la escena del sueño. Pero lo que destaca de la película es la fuerza de sus actores.
La historia es sencilla, pero tanto Charles Chaplin como Jackie Coogan consiguen acercarse con intimidad al espectador. Una película de los años 20 pero con un gran atractivo para el público actual. Sí, es cine mudo y los personajes sobreactúan como en el teatro, pero son tan conmovedores y divertidos sus gestos que pasa desapercibido esa falta de naturalidad que ahora exigimos. Cada gesto del niño, cada mirada, cada movimiento es el de un gran maestro. Tiene tanta fuerza que consigue arrancar las lágrimas y reír al minuto siguiente. La música compuesta por Chaplin es también una delicia que no enfatiza la acción sino que la acompaña, dejando todo en mano de los actores.
Porque el cine está lleno de magníficas historias e imágenes. Meters and meters of celluloid stories.
miércoles, junio 22, 2011
martes, junio 21, 2011
La culpa del cine
"The question basically was and is the ancient one, dating from Plato's Republic, of the state's right of censorship. But the fact that film is a mass medium of popular entertainment as well as an art form -and a medium which bypasses language to communicate directly with the senses through moving photographic images of the apparently real- makes the issue more complex than perhaps it has ever been in Western culture".
David A. Cook. A History of narrative cinema.
martes, junio 14, 2011
La guerra de los mundos de Orson Welles
30 de Octubre de 1938. Un joven Orson Welles pone en las ondas una adaptación de la novela de H.G. Welles La guerra de los mundos. Es sabido que ésta adaptación consiguió sembrar el caos en el país. Al comienzo del programa, la CBS lo introduce como una adaptación de la novela llevada a cabo por la compañía Mercury Theatre (creada por Orson Welles), pero la pericia tanto técnica como narrativa pronto hacen olvidar el carácter de construcción. Quienes no habían sintonizado esa introducción se encontraron con un boletín en el que se informaba de unos sucesos extraños: explosiones en marte, meteoritos que eran naves de extraterrestres... Los marcianos invadían Estados Unidos y parecían exterminar a la población. A los 40 minutos de emisión se recrea la muerte de uno de los periodistas, que subido al tejado de la CBS ve cómo una nube venenosa avanza sobre la ciudad. Es entonces cuando se anuncia de nuevo que se trata de una ficción. Después Orson Welles parece ser el único superviviente.
La adaptación de Howard Koch, guionista de Casablanca, es un gran acierto. No se trata de una mera adaptación a las ondas como la que también realizaron de otras novelas como Drácula o Los miserables, sino que emplea uno de los máximos poderes de la radio: su credibilidad. En los años 30, la radio era el medio de comunicación de masas por excelencia. Si la CBS cubría el evento de la invasión marciana, éste llegaba a millones de personas. Los efectos sonoros empleados, como interferencias, explosiones al fondo, junto con la magnífica interpretación de todos los actores, consigue imbuir al oyente (al espectador me atrevería a decir) en la historia. Los 60 minutos que dura la emisión pasan sin darse cuenta. Comienzan con un avance informativo, varias emisiones musicales interrumpidas por más boletines. Crónicas desde los lugares afectados, entrevistas a científicos, ruedas de prensa con políticos... Palabras y efectos que consiguen crear una imagen viva en la cabeza del oyente. Una imagen intuída y quizás por eso más temida, más aterradora. Orson Welles consiguió saltar a la fama tras este programa. Con tan solo 23 años mostró al mundo su gran talento. Orson Welles acababa su programa definiéndolo como una broma: “Recuerden en los próximos días la terrible lección que han aprendido esta noche: (…) si su timbre suena y no hay nadie allí, no era ningún marciano, esto es Halloween”.
Dejo aquí el link para escuchar la emisión de Orson Welles en Youtube.
viernes, junio 10, 2011
Le voyage dans la lune (Méliès, 1902)
El descubrimiento de la posibilidad de captar imágenes en movimiento fue el comienzo del cine, quizás del cine documental. Los primeros fragmentos cinematográficos de los hermanos Lumiérè recogían momentos ordinarios y cotidianos. Tras sorprender al público con un tren que llegaba a la estación y parecía que iba a entrar en la sala a través de la pantalla, se descubrió la capacidad de entretener de ese nuevo invento. Se empezaron a grabar pequeños gags cómicos, muy sencillos, pero que suponían una nueva forma de pasar el rato.
Pero Méliès era un mago, un artista que intuyó que ese nuevo medio tenía un potencial narrativo más allá de simples bromas. Adaptó técnicas de la fotografía, el teatro y la linterna mágica al medio del rollo de película. Méliès fue llamado el "alquimista de la luz" por Chaplin y es que quiso convertir la luz en oro.
Sus películas se asemejan a una función de magia. Mago profesional, trasladó sus trucos y aparatos al medio cinematográfico. Mediante la técnica del stop-motion consiguió hacer desaparecer cosas de escena; mediante sobreimpresiones consiguió mutantes...
Su obra más conocida es Viaje a la luna, una adaptación de la novela de Julio Verne. La película duraba casi 14 minutos, mucho más de lo que los productos de los Lumiérè ofrecían. Divide la narración en escenas, rodadas en un plano fijo, como si se tratara de una representación teatral. Las escenas (o tableaux) se unen por encadenados. En Viaje a la luna, Méliès incluye sus trucos ópticos como la desaparición de los Selénitas en una nube de humo. Aun así, Méliès no descubrió todo el potencial de la cámara, como demuestra su método para aparentar movimiento de la cámara. Cuando el proyectil se acerca a la luna, era la propia luna hecha de papel maché la que se acercaba a la cámara por medio de una grúa.
Pero el mago quería crear esa magia de la que el cine ha quedado impregnado de manera natural. Sus decorados y gran imaginación abrieron nuevos horizontes, se podía vislumbrar el nacimiento de un nuevo arte. Es interesante ver cómo esos trucos que en la obra de Méliès nos parecen burdos y artificiales son ahora empleados como parte esencial del lenguaje del cine.
Dejo aquí la película con buena calidad de imagen, en dos partes. La música que se le ha añadido (reciente) no acaba de gustarme. Os recomiendo verla con otra música, quizás más parecida a lo que se habría tocado en las proyecciones de Méliès, más acorde con el cine de la época silente, como en este otro vídeo de peor calidad visual.
En IMDB podeis ver también la escena del proyectil llegando a la luna coloreado, técnica que Méliès solía emplear.
jueves, junio 09, 2011
Algo mágico
¿Qué tiene el cine que crea mundos? ¿Cómo algo tan mecánico, tan artificial, nos hace creer esas historias? ¿Cómo unos actores que repiten cada escena una y otra vez consiguen convertirse en esos personajes? Hablamos de esas historias, de esas personas. Nos llegan, nos tocan, nos dan esperanzas o nos hacen temer. ¿Lo consigue un director en su mente? ¿Lo consigue un editor frente a un ordenador? ¿Lo consigue un músico con sus partituras? El cine tiene algo de mágico. Crea vida, crea un mundo al que entramos sin dudar, sin preguntar; como en los cuadros callejeros de Mary Poppins. Saltamos y nos creemos que podemos bailar con pingüinos, que podemos espiar a los protagonistas como si no estuviéramos ahí. Creemos que todo eso que vemos sucede. ¿Dónde? No lo sabemos, quizás en un país remoto, quizás en un rinconcito del interior de la pantalla, quizás solo en nuestra mente. Y al ver un "making of" nos parece una pequeña muerte. Unos personajes que se desvanecen, una gran mentira publicada a todo el mundo, una mera construcción. Con sus cámaras, sus focos, sus ensayos y mil repeticiones, con un hombre del medievo que lleva gorra de los Lakers, una duquesa con vaqueros, un director que lo controla todo.
El cine tiene esa capacidad. Porque cuando leemos sabemos que son palabras, sabemos que un cuadro son pinceladas... Pero una película es como una ventana al mundo. A un mundo. A mil mundos.
miércoles, junio 08, 2011
Rain Man (Levinson, 1988)
Charlie Babbit es el típico empresario exitoso al que estamos acostumbrados a ver en las pantallas. Rico, guapo, trabaja con buenos coches... Ya sabemos que al descubrir que tiene un hermano autista cambiará. El guión es muy convencional, pero consigue mantener la intriga de qué pasará, de cómo ese hombre frívolo conseguirá aguantar a un autista.
Rain Man... se parece a Raymond, el nombre del personaje. Al principio esperas que la obsesión de Ray tenga algo que ver con la lluvia, que viajen a África y traigan la lluvia... No. Es una historia humana, muy humana. Charlie pierde todo tipo de apoyo, y se queda solo con su "nuevo" hermano. No consigue entenderle, pero el trato hace que comience a apreciarlo. Todo el proceso de cambio de los dos personajes se consigue sin sentimentalismos excesivos. La banda sonora (la primera de Hans Zimmer) no busca un efecto recargador.
La película rodada en localizaciones reales recuerda a otras películas en las que dos personajes recorren los Estados Unidos en coche. Son paisajes ya típicos: la autopista, el desierto, un motel con luces de neón, la entrada a Las Vegas... Pero tiene momentos únicos que han pasado al imaginario del cine como ese paseo por la avenida de salida del centro donde Ray está ingresado.
La interpretación de Dustin Hoffman es brillante. Igual que al personaje de Charlie, nos empieza a caer bien. Pasamos de una sensación de desconcierto y miedo a una de compasión y comprensión. Tom Cruise resulta una muy buena pareja para Hoffman, ambos realizan un trabajo muy equilibrado. Los momentos en que la edición nos permite ver el mundo a través de los ojos de los dos, en especial a través de Ray, resultan geniales para adelantar la tensión. Una tensión constante durante todo el film que te inmoviliza frente a la pantalla, ansioso por descubrir cómo termina esa historia tan personal e íntima.
Me parece que este tráiler, aunque oficial, no recoge el espíritu de la película. Parece una comedia, cuando Rain Man, a pesar de tener pasajes cómicos, es un drama.
lunes, junio 06, 2011
La infancia de Iván (Tarkovsky, 1962)
¿Quién es ese niño que tan pronto aparece en una escena idílica como nadando a través de un cenagal? ¿Por qué ese niño de rostro angelical parece luego un demonio lleno de rabia? Un niño que trabaja como espía en la guerra, un niño que sigue jugando; aunque su imaginación va muy lejos y le hace jugar con el rostro perlado de sudor. En La infancia de Iván las respuestas van llegando poco a poco y con un estilo particular.
Tarkovsky nos narra la guerra con un niño como protagonista. Y lo hace sin mostrar batallas, sin casi mostrar al enemigo y mostrando tan solo dos víctimas. Pero lo que el director consigue es hacer visible lo invisible: los miedos, el aburrimiento, los nervios, las dudas. Nunca llegamos a acceder al interior de los personajes, ni siquiera del propio Iván, pero ellos consiguen hacernos sentir como ellos lo hacen. Sentimos esa misma desorientación.
La película entrelaza la historia con los sueños y pesadillas de Iván. La fotografía consigue reforzar esa ensoñación en que nos sumerge la historia. La cámara consigue hacernos soñar con complicados y pulcros movimientos que llenan la pantalla de belleza; pero también nos asusta cuando deja al niño oculto en las sombras o corre entre los árboles. La escena final con el material documental consigue hacer que al espectador se le encoja el corazón.
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