lunes, febrero 06, 2012

El arca rusa (Alexandr Sokurov, 2002)

 No sabría muy bien cómo definir El arca rusa de Sokurov. No es ficción, no es documental, no es un ensayo audiovisual. ¿O quizás sí? Un experimento visual y cultural. La película es anunciada con lo siguiente: "2000 cast members, 3 orchestras, 33 rooms, 300 years, ALL IN ONE TAKE". Impresionante. 
Sokurov se lanza a varios océanos vastísimos: Una película de hora y media en una sola toma, un rodaje en el Hermitage, un ejercicio histórico-cultural... Muchos logros en una misma cinta, pero sobre todo El arca rusa es una película de gran profundidad. La historia rusa se entrelaza, aparece y desaparece en los pasillos del palacio. Y el Hermitage se convierte en un personaje más, no en un mero decorado. Al comenzar la película esperamos el corte, pero una vez transcurrido un rato, nos olvidamos del montaje, porque la cámara se desliza como un fantasma que todo lo ve. El ejercicio de la cámara es exquisito y a ello se unen los magníficos efectos digitales de fotografía, que crean unos ambientes oníricos que me recordaron a otra obra del director, Elegía de un viaje. Las reflexiones acerca de la historia, cultura e identidad rusa se mezclan, como en una labor de finísimo bordado. Lo más filosófico apoyado por una puesta en escena muy mimada. Magníficos vestidos, obras de los más grandes artistas, grandes figuras de la historia, música, bailes fastuosos... Un marqués frances guía a la cámara como un fantasma. Mantiene una conversación con el director. Y se expone, presentándose a personajes que vagan por el palacio. Supongo que me he perdido mil detalles por desconocimiento de historia rusa. Conozco a los zares, a Catalina la Grande, Pedro I, Nicolás y Alejandra. Vemos a Pushkin, al actual director del museo. Una conversación con la cultura, Europa, Rusia, el Arte.


La película va intrigando, llenando de asombro. La escena del baile final llenan de mil emociones. Todo el recorrido por el palacio nos conduce ahí, al último gran baile de la Rusia zarista. Y la salida del magnífico evento se convierte en un choque: ¡Adiós, Europa! Todas esas sedas y brocado bajando una impresionante escalinata que lleva a un cambio radical, a un desgajamiento de Europa. Ese último descenso resulta majestuoso, una explosión de sensaciones, una superabundancia visual, histórica y cultural. 
Es complejo comunicar una experiencia. Y El arca rusa lo es, no es una simple película. No hay una historia, hay 300 años de Historia. Un arca, como la de Noé, donde poner a salvo la identidad de un país: su cultura.

Y el comienzo del documental sobre el rodaje de la película

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