miércoles, noviembre 25, 2015

Tenía un buen blog


Tenía un buen blog, pero llegó la tesis. Tenía un buen blog, pero aparqué el cine. Tenía un buen blog, pero me falta el tiempo. Ha pasado más de un año desde la última vez que escribía algo con fundamento, pero lo único que escribo ahora son páginas y páginas sobre la memoria y el cine, y algún otro texto de vez en cuando.

En ocasiones siento que he traicionado al cine, que lo he arrinconado y he dejado de mirarlo con fascinación. Me acerco a él con reticencia, con cierto prejuicio tedioso: ¿qué sorpresas le quedan por ofrecerme? No estoy desencantada, solo necesitada de terminar la tesis y encontrar alguna película de esas que provocan catársis. De vez en cuando me aventuro a entrar en una sala de cine para ver películas sencillas de las que no espero demasiado pero que sé que no van a decepcionar manteniendo las expectativas al nivel del espectador medio. No busco grandes obras de arte, las que encontré hace algún tiempo las revisito de vez en cuando. Muchas veces suelen preguntarme cuál es mi película favorita y he de confesar que es una de las preguntas más difíciles a las que enfrentarse. Tengo una lista donde voy apuntando toda película que veo, a algunas les añado una valoración, normalmente solo a aquellas que me han fascinado. Cuando la famosa pregunta cinéfila suena trato de responder con el título de algunas de esas pocas que tienen un 5 a la derecha, pero el título varía según la época del año, la persona curiosa e incluso las horas de sueño de esa semana. Aunque hace tiempo que no descubro ninguna obra extraordinaria, mis esquemas mentales siguen exigiendo lo mismo para poder alcanzar ese 5 en mi tabla de Excel: una buena historia y una puesta en escena bella. Respecto a las buenas historias he de reconocer que últimamente me he refugiado en las novelas clásicas y acerca de la puesta en escena he descubierto un panorama emocionante: las artes escénicas.

Cuando lancé este blog lo hice con el afán de dar vida a imágenes a través de textos variopintos. El texto dominaba; la imagen a veces catalizador, a veces adorno. Estudiaba Periodismo, me encantaba leer, me encantaba escribir. Después comencé a estudiar Comunicación Audiovisual y por lo visto traté de consumir todo producto que llegara a mis manos: libros, películas, fotografías, anuncios... Todo tenía cabida en el blog. ¿La línea unificadora? Solo mis gustos. Y entre esos gustos comenzó a despuntar el cine con gran fuerza y arrojo. El cine parecía satisfacer todos mis afanes e intereses; incluso mis preocupaciones más profundas. A través del cine podía mirar, captar cientos de imágenes y conocer a personas interesantes. Me interesaba el cine como arte, como arte humanizador. Empecé a analizar obras concretas y a alabar las virtudes del cine, a hacer teorías y claro... acabé escribiendo una tesis sobre cine. El cine era magia, era experiencia de vida... Pero descubrí, casi sin querer, que el cine era físico: era construído, era imagen. Y empecé a desarrollar una mirada más amplia, empecé a mirar y relacionar. Mientras que las historias se aferraban a mi alma, mis ojos no podían alejarse de esas imágenes de la pantalla. Y había otros ojos que, en mi interior, rebuscaban entre todas esas imágenes ya visitadas tratando de ponerlas en relación.

Ha pasado tiempo desde la última vez que escribía en el blog. Tenía un buen blog sobre cine, y quizá cuando acabe la tesis vuelva a reconquistar el campo del séptimo arte, pero ahora tengo otras inquietudes y preocupaciones. He descubierto otro tipo de historias, otro tipo de imágenes, he descubierto también la música. Tengo un proyecto de poner en relación nuestros fundamentos culturales para poder leer cada imagen en profundidad, comprendiendo todos sus referentes, sus relaciones, su pasado y su futuro. Me sigue interesando el cine, pero me interesa más comprenderlo dentro del conjunto de nuestra cultura. Entiendo que vivimos en un mundo que se ha configurado con el paso del tiempo y gracias a muchos artistas y personajes que han clavado señales en nuestra tierra para orientar a las personas de todas las épocas. No podemos juzgar nuestro arte sin conocer nuestro pasado, no podemos comprender nuestra actualidad sin entender nuestro bagaje histórico y cultural. Así que quiero embarcarme en una nueva aventura en la que habrá que recorrer ya no mares, sino océanos. Una aventura incierta pero apasionante que espero comience pronto. No sé si la comenzaré aquí o en otro rinconcito de la web, pero aviso para transeuntes: este lugar puede ser ocupado por vehículos desconocidos. Gracias.

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