sábado, febrero 26, 2011

The grapes of wrath (Ford, 1940)



Ver Las uvas de la ira es disfrutar unas horas de maravillosas imágenes y una potente historia. John Ford convierte la historia de la Gran Depresión americana en un western de cowboys contra empresarios. Cambia los carromatos por coches cargados de colchones y todas las pertenencias del hogar. Los caballos indios por tractores y máquinas demoledoras. Las plumas de los indios en la lejanía es un lujoso coche descapotable. La promesa del oro se mantiene. Y también el viaje del héroe que no tiene hogar. Tom Joad, magníficamente interpretado por Henry Fonda, es el nuevo vaquero: Al principio de la película lo vemos regresar a su hogar. Hogar que encontrará destrozado y que intentará recomponer. Marchará en busca de un futuro mejor; un paraíso de oro que nunca llega a encontrar. Tom continuará su viaje, sin destino fijo, dejando a los suyos en un buen lugar.



Esta historia épica está narrada de forma muy hermosa. Cada plano está cuidado como si de un cuadro se tratara. Ya desde la primera imagen sabemos que nos encontramos ante una obra de arte. Los encuadres están seleccionados con mimo y acierto. Hay veces en que Ford, y su director de fotografía Gregg Toland pintan fotografías de carácter documental sobre la Depresión. Otras veces crean planos salidos de un western, con sus vastas extensiones y la silueta diminuta del héroe recortada contra el horizonte. También hay planos cercanos al cine expresionista, con sombras marcadas y composiciones diagonales o en zigzag. Esta gran fuerza de cada plano pone al espectador en una actitud de contemplación y meditación.  Sí, es una película de corte y crítica social. Los pobres son los héroes; aquellos que tienen dinero son unos malvados. Pero no es esto en lo que Ford hace caer la atención. Tampoco es en la relación o la enemistad entre el hombre y la naturaleza. La crisis económica se vio agravada por problemas climáticos que tampoco son el centro de la historia. Esas uvas que esperamos encontrar en el film y que nunca aparecen ceden protagonismo al viaje. Una peregrinación plagada de contratiempos y graves trabas personales. No son solo las averías o la falta de dinero lo que les impide avanzar. También hay problemas personales: un marido que desaparece, un sueño que se desvanece…



Los personajes secundarios ayudan a crear un personaje grupal. Tom dirige a su familia a California; pero cada miembro de ese grupo tiene un viaje personal que afrontar. Cada uno contribuye a dar más peso a Tom. El abuelo es todo un luchador, la madre una mujer fuerte y valiente, Casy un predicador en busca de espíritu… No son personajes muy desarrollados ni de gran fuerza en la acción. Tampoco lo es el de Tom. No sufren grandes cambios ni realizan grandes hazañas. Se enfrentan a la vida, a la pobreza, al hambre y a la miseria humana. Pero no son esas luchas lo más importante. En Las uvas de la ira no suceden grandes cosas ni tiene personajes arrebatadores, pero al final deja un regusto de satisfacción. Una satisfacción quizás conseguida por la captación de la belleza y la tranquilidad.


lunes, febrero 14, 2011

Regreso al futuro (Zemeckis, 1985)


Doc y Marti se han convertido en iconos de una generación. Robert Zemeckis dirige la película Back to the future para un público joven, y lo hace con acierto. No será una obra recordada por los estudiosos del cine, pero sí por una generación de plumíferos y monopatines.
Los personajes de Regreso al futuro son bastante planos. No experimentan ningún cambio significativo, pero lo que interesa es la aventura, las mil peripecias que deben superar para regresar al futuro sin estropearlo todo. Y esa aventura está perfectamente milimetrada. Los actos perfectamente construidos y aunque empleando el recurso de las coincidencias se construyen puntos de giro con mucha fuerza y humor. Y al final esa aventura lleva a encariñarse con los personajes. Todo el mundo conoce a Doc, a pesar de su escasa aparición en el film.
Hay muchos elementos del guión que resultan absurdos (los terroristas que matan a Doc) pero que nos los creemos por el ambiente general de la película; si se puede viajar en el tiempo y que la máquina funcione gracias a un rayo, por qué no va a haber unos terroristas que asesinen a un científico sin motivo aparente. Le película consigue hacer reír, y ese es su punto fuerte.
La película tuvo problemas a la hora de buscar una productora que aceptara el proyecto. Para algunos era demasiado "blanda" y para otros demasiado "subida de tono". Realmente tiene elementos no muy apropiados para un público infantil, pero aceptables para adolescentes. Los personajes estereotipados, como el matón, ayudan a provocar la risa. La combinación del padre pardillo con su moderno hijo resulta muy atractiva. Sobre todo porque no es un pardillo más, es el padre de Marti, y eso no nos deja indiferentes. Tiene algunos gags geniales como cuando McFly padre pide un batido de chocolate y se lo lanzan como una cerveza a un cowboy.
Una película para recordar viejos momentos y reirse con gente de una misma generación. También bastante útil para todo tipo de parodias y bromas cinematográficas.

domingo, febrero 13, 2011

Inventiva rusa

Acabo de encontrar una hoja con un extracto del libro Las doce sillas. Recordando viejos tiempos, cuando leer era un placer asequible, os dejo este retazo de humor.

Kisliarski tenía una maleta especial para la prisión preventiva. Hecha por encargo especial, era absolutamente universal. Desplegada, servía de cama; medio desplegada, de mesa. Aparte de eso, podía usarse como armario: en ella había estanterías, ganchos y cajones. La mujer colocó en la maleta universal una cena fría y ropa interior limpia. 

miércoles, febrero 02, 2011

El sur (Erice, 1983)



Una estrella es un punto de luz.  Un pequeño destello que guía a quienes tiene alrededor. Un ser brillante y cálido con capacidad de observar, de controlar todo, desde su espacio. Estrella investiga el mundo, su mundo. Y es un mundo crudo el que Erice descubre en su película El Sur, pero la calma y la admiración del arte dejan un resquicio a la esperanza. 




Como si se tratara de una obra de teatro la niña bebe el mundo por los ojos. Erice destapa las escenas, quita el velo de la oscuridad. Y los ojos de Estrella descubren la verdad así, surgiendo de la noche. Cada escena nocturna de El Sur se convierte en un cuadro de Caravaggio, en un fotograma de El tercer hombre. Durante el día Vermeer se asoma a las ventanas de la casa. Cada fotograma es una obra de arte. Cada clip de sonido crea un mundo. Un mundo que observamos con paz, con afán de introducir, poco a poco, cada pincelada, cada detalle, cada palabra en nuestro ser.




Vemos las historias de esa familia a través de los ojos de una niña. Una mirada amable y dulce aunque observe miseria y dolor. Rodeada de personajes adorables y juguetones, Estrella va creciendo, siempre dentro de la frontera (ese camino frente a su casa que se convierte en marco de su madurez). Pero Estrella sigue fascinada y mira. Una nueva forma de mirar, con calma, con ilusión, para descubrir la vida real de un hombre del sur. 


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