miércoles, marzo 30, 2011

Shanghai express (von Sternberg, 1932)



¡Pasajeros al tren! Y vemos a los afortunados pasjeros de primera clase. Cada uno está retratado como si se fuera a contar su historia: desde la anciana mujer del perro, el enfermo y cascarrabias alemán, el clérigo… Pero toda la película parece construída para el lucimiento de Marlene Dietrich. El director Josef von Sternberg se prodiga en hermosos planos simplemente para realzar a su diosa.
La historia de los rebeldes chinos consigue crear un ambiente de intriga reforzado por esos planos perfectamente construidos en los que se mezclan las sombras y las luces. Las líneas del tren y sombras de los soldados concuerdan perfectamente con esas apariciones estelares de Madeleine como recién salida de un cuadro expresionista alemán. Las plumas, brillantes y vestidos largos la convierten en una figura que se desliza como flotando.
La historia queda quizás sin el brillo que podía haber tenido, por el excesivo destello de Dietrich. La hermosa fotografía consigue resplandecer en ocasiones, pero la actriz consigue deslumbrarnos, hiriendo un poco los ojos. Una luz demasiado brillante.

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