jueves, noviembre 04, 2010

Ikiru (Kurosawa, 1952)


Un narrador nos presenta a “nuestro protagonista”. Y nos lo presenta en su contexto: rodeado de gestiones burocráticas sin sentido. Está muerto, parece un cadáver. Durante la primera mitad de la película la angustia que siente el protagonista se transmite al espectador. Ayudan los planos largos, las miradas vacías, la voz casi afónica del señor Watanabe. No nos cae bien. El escritor de novelas, dantesco, diabólico, con su capa negra, le guía a través de los infiernos. Y Watanabe canta una “oda a su próxima muerte”. Kurosawa se hace con el control de nuestros juicios por el sonido y la ironía. En la cafetería donde queda con la chica hay una celebración de cumpleaños al fondo. Pero él sigue muerto, hasta que decide vivir: Happy birthday! Ha vuelto a nacer. Y pondrá todo lo que esté de su mano para construir el parque. Y antes de su muerte vuelve a cantar aquella canción, ahora es una “oda a su nueva vida”. Y en su funeral volvemos a oír la melodía de su renacimiento: Happy birthday Watanabe. Y como regalo un renacimiento para todos sus compañeros. ¡Nunca olvidaremos este espíritu! Pero la burocracia mata hasta las mejores intenciones.


3 comentarios:

Dolores dijo...

Una película interesante...

María Del Rincón Yohn dijo...

Qué veloz has sido... ¡Ya te echaba de menos por aquí!

logo design dijo...

Wow, I like it so much .

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