martes, septiembre 27, 2011

Nosferatu, una sinfonía del horror (F.W. Murnau, 1922)


Reconozco que al ver El gabinete del Doctor Caligari decidí que no me gustaba el expresionismo alemán. Tomé la parte por el todo. Porque ya iban dos películas que no me habían atrapado. Y aunque con el tiempo vuelvo a pensar en Metropolis, cada vez con mayor admiración, había algo que no me acababa de convencer. Debía ser ese desmesurado afán de destacar en lo visual. Ese formalismo por el formalismo (si se puede decir así) que hace que chirríe la película. El futurismo de Metrópolis no me gustó y la teatralidad y expresionismo gráfico de Caligari tampoco. Pero tengo que reconocer que Nosferatu me ha encantado.
Leía en un libro de historia del cine que "Nosferatu's is more authentically expressive of horrors than Caligari. The Expressionism in Nosferatu is almost purely cinematic, reliying upon camera angles, lighting and editing rather than production design". Y es que el terror de Nosferatu sale de esa "magia del cine" y no de los decorados de cartón-piedra con diagonales y líneas estridentes. La obra de Murnau resulta terrorífica incluso con el paso de los años. Si Caligari ahora produce risa, Nosferatu mantiene esa angustia, esa incertidumbre.


El realismo de la película resulta llamativo. Una historia sobre Drácula (nunca pagaron derechos de autor a Bram Stoker y eso conllevó algunos problemas) en una ciudad normal. No hay calles zigzagueantes, ni torreones torcidos. El Expresionismo de la película procede de algo interno, expresa unos sentimientos con los recursos fílmicos. Sí que emplea algunos trucos un tanto formalistas, algunos acertados como esas puertas que se abren solas sin que notemos el engaño y otros un poco más "rústicos" como el stop-motion utilizado para mostrar ese carácter fantasmagórico del vampiro. No sabría en cuál de estas dos categorías incluiría el uso de metraje en negativo para dar una sombra encantada al carruaje por el bosque de Transilvania ni las escenas coloreadas.La composición en profundidad resulta muy efectiva: El barco entrando en el puerto, el gigantesco comedor del castillo, la larguísima calle por la que desfilan ataúdes... Las composiciones, la fotografía, el asombroso montaje del filme... No sé si es el montaje que Murnau ideó o un montaje posterior tras la pérdida y prohibición por problemas de derechos de autor; pero los montajes paralelos son muy interesantes, sobre todo teniendo en cuenta que la película es de 1922. Imagino a los pocos privilegiados que pudieron ver la película proyectada en una sala de cine gritando, llenos de terror.

1 comentario:

Raquel Cascales dijo...

13 entradas en septiembre... estamos que lo tiramos! Tomo nota de todas tus recomendaciones, pero a ver cuándo quedamos para ver alguna.

Un saludo!

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